Los paraísos terrenales aún existen y están a nuestro alcance. Es verdad que todos los días los medios de comunicación nos informan sobre la devastación de ecosistemas y nos generan la idea de que cada vez contamos con menos lugares prístinos y desbordantes de naturaleza. Por fortuna, Tulum cuenta con la gran reserva de la biosfera Sian Ka’an, que en maya significa, lugar donde nace el cielo. La definición perfecta para un santuario natural de belleza inconmensurable. Sin duda, uno de los más importantes de México.
Se trata de una extensión de tierra y cuerpos de agua de 528 mil 147 hectáreas, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987 por la Unesco. Se encuentra a tres horas del aeropuerto de Cancún y aproximadamente 40 kilómetros del centro de Tulum. Un auténtico santuario natural con playas, dunas, cenotes, arrecifes de coral y una selva tropical, donde habitan más de 300 especies de aves, más de 1000 de plantas y cerca de 100 especies de animales.
Hay 23 yacimientos arqueológicos en la reserva. Los más antiguos datan del siglo V d.C. El mayor es Muyil, que era un importante punto de la ruta comercial maya. Tiene una laguna espectacular del mismo nombre y un mirador desde donde podrás fotografiar la laguna y el mar Caribe.
Existen varias opciones para disfrutar la reserva, sin duda una de las atracciones naturales que atraen a más viajeros son los antiguos canales de agua dulce, construidos por los mayas, como el Canal de Chunyaxché, que constituye un acceso por agua a la reserva de Sian Ka’an. En el recorrido por lancha se pueden admirar cientos de aves, ruinas mayas rodeadas por agua, tierras pantanosas, lagunas costeras y las formaciones conocidas como petenes. En la costa, es posible aún ver manadas de delfines disfrutando las cristalinas aguas del caribe mexicano. Sobra decir que por las noches el cielo lleno de estrellas es un verdadero lujo.
Para llegar tienes varias opciones. Desde la ciudad de Cancún deberás tomar la carretera federal rumbo a Tulum y tomar la desviación en av. Cobá en dirección a la zona hotelera. Lo más recomendable es contratar una agencia de tours que organiza expediciones a la reserva con distintas actividades, para que sólo tengas que preocuparte por disfrutar tu visita. También puedes rentar un auto, preferiblemente un jeep, debido a que, una vez cruzando el arco hacia la reserva, te esperan 40 km de escabrosa terracería.
La clave para disfrutar tu visita es una buena planeación, debido a que al tratarse de una zona natural protegida, carece de servicios básicos como gasolineras, tiendas de autoservicio, etcétera. Puedes llegar hasta Punta Allen, que es el poblado incrustado en la parte más alejada de la reserva, donde también puedes hospedarte.
Recuerda que viajar a zonas protegidas representa una responsabilidad grande, ya que se trata de ecosistemas frágiles e invaluables. Procurar su conservación y causar el impacto mínimo es nuestro deber como viajeros conscientes.
¡Contacta a un asesor!